El reciente organismo súper
fortalecido del Instituto Nacional Electoral (INE) tiene una tarea más allá de
luchar por la democracia que si bien es una tarea fundamental no se puede
consolidar en el país si primero no avanzamos en la tarea básica de formar ciudadanos.
Ser ciudadano significa que los actores deben
participar en la identificación, construcción y solución de los problemas
públicos que surgen en una sociedad, sin embargo la realidad de la
idiosincrasia mexicana dista mucho de esta definición.
La realidad es que los
mexicanos estamos acostumbrados a que el Estado resuelva todas nuestras
necesidades como sociedad, relegándoles esa responsabilidad a través del voto,
que por cierto en México la participación es del 62.08% en el último proceso
electoral.
El problema de sociedad en
el que vivimos es que aún no hemos sido capaces de convertirnos en ciudadanos
lo que implica tener una participación activa en los problemas que son de todos
y no de unos cuantos.
Esa pequeña conciencia de
ciudadanía sólo es despertada cuando nos aquejan problemas como falta de
drenaje, alumbrado o lo más necesario para la sobrevivencia humana el vital
líquido motivo hasta por el cual somos capaces de organizarnos y hacer
manifiesto nuestro descontento.
Para avanzar hacia una
democracia en México es necesario fortalecer la verdadera participación
ciudadana, un valor que las sociedades modernas han podido desarrollar para
abordar en conjunto las principales problemáticas que afrontas.
Es por eso que el verdadero
reto del Instituto Nacional de Elecciones debe ir más allá de garantizar un
proceso electoral, la fortaleza institucional de este organismo para lograr la
democracia en el país es la de formar verdaderas conciencias ciudadanas.
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